Ciudad de México
Los alimentos ultraprocesados se han convertido en el principal villano en los debates sobre nutrición. Productos como patatas fritas, comidas preparadas, refrescos y botanas fabricadas industrialmente son señalados como responsables de múltiples problemas de salud contemporáneos, entre ellos la obesidad, la demencia y la creciente epidemia de “adicción a la comida”.
De acuerdo con un artículo publicado por The Conversation, algunos especialistas advierten que estos productos no solo son dañinos por su composición, sino porque están diseñados intencionalmente para “secuestrar los sistemas de recompensa del cerebro”, generando placer inmediato y provocando que las personas coman más allá de sus necesidades. Además, su comercialización agresiva maximiza el consumo y las ganancias de la industria alimentaria.
Esta preocupación ha llevado a que responsables políticos de diversos países propongan medidas estrictas, como etiquetas de advertencia en los envases, restricciones de publicidad, impuestos especiales e incluso prohibiciones de venta cerca de las escuelas. La urgencia por frenar el impacto de los ultraprocesados responde al creciente vínculo entre su consumo y la sobrealimentación.
Qué nos lleva a comer más de lo necesario
Una investigación reciente analizó las motivaciones detrás del consumo excesivo de alimentos. Más de 3,000 adultos en Reino Unido evaluaron 400 productos cotidianos, desde frutas y carnes hasta postres y botanas industrializadas. Los resultados mostraron que no solo el contenido nutricional influye en la ingesta excesiva, sino también las percepciones y creencias de las personas sobre lo que comen.
Por ejemplo, alimentos percibidos como dulces, grasos o muy procesados tenían mayor probabilidad de provocar atracones, sin importar su verdadera composición nutricional. En cambio, los alimentos considerados amargos o ricos en fibra reducían esa tendencia. Los investigadores concluyeron que las creencias sobre los alimentos explican casi tanto como su contenido real por qué las personas comen de más.
No todos los ultraprocesados son iguales
El estudio también cuestiona la narrativa simplista que demoniza a todos los ultraprocesados por igual. El sistema de clasificación Nova, ampliamente utilizado para catalogar estos productos, apenas explicaba entre el 2 % y el 4 % de la variación en gusto y consumo excesivo. Esto significa que etiquetar un alimento como ultraprocesado aporta poca información sobre su potencial real de generar sobrealimentación.
Algunos productos industrializados —como refrescos azucarados y botanas altas en grasa— son claramente nocivos, pero otros pueden ser útiles, por ejemplo, en dietas restringidas o en la nutrición de adultos mayores con bajo apetito. Generalizar que todos los ultraprocesados son dañinos podría ser contraproducente y confundir a los consumidores.
Hacia un enfoque más inteligente en nutrición
Los investigadores proponen reemplazar la demonización de categorías completas por estrategias más precisas:
Mejorar la educación alimentaria para que las personas comprendan qué factores provocan sus antojos.
Reformular productos de manera intencionada, diseñando alimentos agradables, pero también saciantes.
Reconocer que las motivaciones para comer van más allá del hambre, incluyendo factores emocionales, sociales y de comodidad.
En última instancia, lo que impulsa a las personas a comer en exceso no es solo si un alimento está empacado o no, sino sus características nutricionales, sensoriales y la forma en que son percibidos. Por ello, más que demonizar todos los ultraprocesados, los expertos insisten en entender la psicología detrás de nuestras elecciones alimenticias para construir dietas más saludables y sostenibles.
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