- Las pérdidas económicas se estiman en millones de pesos, con negocios que tuvieron que suspender operaciones o recurrir a plantas de emergencia
Rafael Pascual
El apagón del 26 de septiembre dejó a la Península de Yucatán sumida en un colapso generalizado: hoteles, restaurantes, comercios y oficinas suspendieron operaciones; las telecomunicaciones colapsaron; y los sistemas de refrigeración se vieron comprometidos, afectando turismo, logística y seguridad alimentaria. Los semáforos dejaron de funcionar, provocando embotellamientos interminables en Cancún, Playa del Carmen y otros municipios de la región.
La cifra oficial de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) —2.3 millones de usuarios afectados— resulta irrisoria frente a la realidad: solo Cancún supera el millón de habitantes, y sumando la Riviera Maya, otros municipios de Quintana Roo y los estados de Campeche y Yucatán, el impacto fue mucho mayor. Las pérdidas económicas se estiman en millones de pesos, con negocios que tuvieron que suspender operaciones o recurrir a plantas de emergencia.
Expertos advierten que la Península sigue vulnerable a otro apagón de mayor magnitud, debido a que la infraestructura eléctrica depende de una única línea de transmisión de 400 kV desde Chiapas, operando al límite de su capacidad. Esto coloca a la región más turística de México en un riesgo constante, donde un solo fallo técnico puede generar efectos devastadores en la economía y la vida cotidiana.
Impacto económico inmediato
Hoteles, restaurantes y comercios de alimentos en Cancún reportaron pérdidas de entre 10 mil y 50 mil pesos por establecimiento, además de gastos extraordinarios en plantas de emergencia, según estimó Jovita Portillo, presidenta de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) en Quintana Roo. Industrias y oficinas interrumpieron sus actividades, acumulando millones de pesos en pérdidas, afectando directamente la productividad y competitividad regional. Las telecomunicaciones colapsaron, dejando incomunicados a miles de usuarios y afectando operaciones de logística, turismo y seguridad.
Tiendas, gasolineras, bares, plazas comerciales y hospitales enfrentaron parálisis parcial. Aeropuertos, cuerpos de seguridad y algunos hoteles recurrieron a plantas propias para continuar operaciones. En varias colonias de Cancún la electricidad se restableció hasta después del mediodía del sábado, evidenciando la fragilidad del sistema eléctrico regional.
Una crisis anunciada
El apagón no sorprendió a los especialistas. El Plan de Confiabilidad del Sistema Eléctrico Nacional 2024-2026 advertía que la capacidad disponible en la Península (1,837 MW) es insuficiente frente a una demanda real de 3,175 MW, impulsada por el Tren Maya y el nuevo Aeropuerto Internacional de Tulum.
La región depende de una única línea de transmisión de 400 kV desde Chiapas, alimentada por la hidroeléctrica de Malpaso. Esa línea opera al borde de la congestión, y cualquier eventualidad técnica o climática provoca un colapso generalizado. El consumo energético de la Península creció 10.2%, el más alto del país, debido al aumento poblacional y turístico, que subió 7.8% en un año. El Tren Maya también incrementó la demanda, pero no se invirtió en una interconexión alternativa que ofreciera respaldo ante fallos de la línea de Malpaso.
Promesas sin luz
Durante el sexenio pasado se anunciaron inversiones por 1,220 millones de dólares en las plantas Mérida IV y Valladolid III, que generarían 1,530 MW, suficientes para cubrir el déficit actual y generar un excedente. Sin embargo, aún no entran en operación y cuando lo hagan enfrentarán un nuevo obstáculo: la falta de gas natural.
Para resolverlo, Engie construye la ampliación del gasoducto Mayakan, con una inversión de 2,000 millones de dólares, que estará lista hasta 2027. Mientras tanto, la Península permanecerá vulnerable por al menos dos años más, lo que significa que podrían generarse más apagones masivos.
Huracán tecnológico
Los apagones en la Península no son nuevos. Desde 2009 se han registrado cortes masivos que afectaron a millones de personas:
2017 – Apagón de casi 10 horas en Cancún, Playa del Carmen y Campeche.
2020 – Corte nacional afectó a 10.3 millones de usuarios en 15 estados.
2022 – Accidente en subestación dejó 1.3 millones de hogares sin electricidad.
2025 – Falla en el suministro de gas generó apagones en Campeche, Quintana Roo, Yucatán y Tabasco.
El episodio del 26 de septiembre confirma que la crisis eléctrica ya no es solo un asunto técnico, sino estructural. Sin energía confiable, sectores productivos, turismo, movilidad urbana y servicios de emergencia quedan al borde del colapso. Se trata de un “huracán tecnológico”, un fenómeno sin viento ni lluvia, pero con efectos devastadores en lo económico y social.
Empresarios hacen un llamado
Desde la Coparmex Quintana Roo se hizo un llamado urgente a la autoridad federal para fortalecer y modernizar la infraestructura eléctrica de la Península mediante mantenimiento preventivo, actualización de redes y planificación energética acorde al crecimiento de la demanda.
También se solicitó implementar sistemas de respaldo confiables que garanticen la continuidad de operación de turismo, comercio, servicios y manufactura, así como establecer protocolos de comunicación claros y oportunos para informar sobre causas, tiempos de restablecimiento y medidas de contingencia.
El suministro eléctrico confiable no es solo una exigencia empresarial, sino una condición indispensable para la estabilidad social y el desarrollo sustentable de la región más turística de México.
Ante este tipo de eventualidades es necesario contar con más alternativas como torres eólicas y plantas de energía solar accesibles para los ciudadanos, para reducir la dependencia de una sola línea de transmisión y aumentar la resiliencia de la región.