“Lo que buscamos con Estados Unidos es una relación de respeto” volvió a reiterar la presidenta Claudia Sheinbaum, pero no hay una respuesta concreta de la presidenta de México sobre las acciones que está tomando Estados Unidos con relación a los mayores capos mexicanos y sus familias.
No todo lo que ocurre entre mexicanos y estadunidenses pasa al diálogo entre ambos gobiernos, eso queda claro. Griselda López (madre de Ovidio Guzmán) y 16 familiares de Joaquín, “El Chapo” Guzmán, se entregaron el viernes 9 de mayo a las autoridades estadounidenses en la frontera de San Ysidro, entre Tijuana y San Diego.
Cruzaron caminando por la garita con al menos dos maletas cada uno y con aproximadamente 70,000 dólares, según los reportes locales: “Qué informen si entraron a Estados Unidos por un acuerdo con Ovidio Guzmán” pidió la presidenta Claudia Sheinbaum, quien al parecer se enteró tres días después y por la prensa en su mañanera. ¿Por qué no estaba enterada la presidenta? ¿Para quién trabaja el canciller de la Fuente? ¿Y el embajador de México en Estados Unidos, Esteban Moctezuma, a quién sirve?
Aunque también debemos tener en cuenta que Estados Unidos no necesariamente tiene que informar al gobierno mexicano sobre un procedimiento judicial que le corresponde al gobierno de Estados Unidos, por cortesía quizá, pero solo por cortesía —que no parece haberla habido— porque son 17 mexicanos ciudadanos libres de deudas con la justicia mexicana que decidieron entregarse al gobierno estadunidense, ¿a cambio de qué?, eso solo lo saben ellos y las autoridades del otro lado de frontera. ¿Dónde entonces está la “maravillosa” comunicación que se tiene con el gobierno de Trump?
La soberanía de México no ha sido respetada por Estados Unidos desde el gobierno de López Obrador, basta con mencionar tres casos: la captura de Ismael “el Mayo” Zambada (el presidente López Obrador no supo ni de dónde despegó el avión), el acuerdo al que llegó hace dos semanas Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín, “El Chapo” Guzmán con autoridades estadunidenses para declararse culpable —acuerdo por el que la presidenta Claudia Sheinbaum pidió una explicación al Departamento de Justicia de Estados Unidos, que quizá nunca reciba— y las causas del retiro de la visa a la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar y a su esposo, Carlos Alberto Torres, Torres, situación de la que tampoco estaba enterada.
Agregaría una más, la expulsión de 29 capos criminales de territorio mexicano, (líderes y operadores de los cárteles de Sinaloa y Caborca, entre ellos Rafael Caro Quintero, iniciador del cártel de Guadalajara en los 70 y en años recientes del de Caborca; cártel Jalisco Nueva Generación, del Golfo, La familia michoacana y los Beltrán Leyva) a solicitud del gobierno de Estados Unidos para, según el secretario de seguridad Omar García Harfuch, salvaguardar la seguridad nacional ante el riesgo de que algunos jueces los liberaran —curioso cuando estos criminales contaban con suspensiones que impedían su entrega a Estados Unidos, a menos que México también esté negociando con el gobierno de Trump, ¿a cambio de qué?—. ¿Dónde está la soberanía de la que tanto presumen? Ya son muchas las “consideraciones sensibles de política exterior” como justifica el gobierno mexicano algunas políticas y decisiones del gobierno de Trump.
La simulación les sale muy bien, pero ninguna simulación puede dudar largo tiempo. ¿Hasta dónde llegará la negociación entre ambos gobiernos? ¿Le cerrará Estados Unidos la llave de la información a Claudia Sheinbaum cómo se la cerró al expresidente López Obrador en julio del año pasado cuando se llevaron a “el Mayo” Zambada? O lo que sería peor, pero nada improbable, que ni siquiera se la haya abierto.
Si un diplomático como Biden le cerró la llave al presidente de su principal socio comercial en la detención del mayor capo en la historia de los grupos criminales, no sería para nada descabellado que Trump ni siquiera opte por abrírsela a la primera presidenta de México.
A Trump jamás le ha interesado mantener el statu quo de la política. Si sostuvo su falsa verdad de que fue Dios quien le salvó de morir durante el supuesto atentado que sufrió en julio de 2024 para que él salvara a Estados Unidos, ¿de qué no sería capaz? Incluso si ello conllevara una crisis en la relación con México. Es Trump.
¿Conseguirá Trump conocer y desmantelar las redes del tráfico de fentanilo en nuestro país? A nadie escapa que el gobierno de Trump está utilizando a los capos y a sus familias para conocer la implicación de China en México para la producción, distribución y comercialización de fentanilo, quiénes están detrás de esos intereses, cómo y cuánto han utilizado la infraestructura política en México para adentrarse en el millonario negocio del fentanilo, cuánto sabe el gobierno sobre la relación entre los cárteles mexicanos y China para el tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos y cuán involucrado está México en toda esta revuelta. La respuesta de Estados Unidos no sería para nada favorable. ¿Con qué derecho podríamos exigir que Trump guarde respeto por la soberanía de nuestro país? “La comunicación con Estados Unidos es muy buena, pero no seremos piñata de nadie” “México nos necesita tanto como nosotros a ellos. México es un aliado excelente de Estados Unidos en el manejo del fentanilo” han insistido ambos gobiernos. No debiera sorprendernos, así es la política. Será interesante en la era Trump ver hasta dónde será capaz de llegar su gobierno para identificar si México está optando por traicionar a su mayor socio comercial violando su soberanía y el respeto hacia el país del que dependemos en un 80% en materia de exportaciones. Muchas son las preguntas, muchos son los caminos, en las entrañas del fentanilo.
El Independiente / Claudia Mollinedo Foto: EFE