- Es una insensatez destruir un entorno natural para atraer un sector turístico de baja derrama, señala el Consejo Hotelero del Caribe Mexicano
El turismo de cruceros sigue un modelo excluyente en lo social, pues deja baja derrama económica, pero sí exige alta infraestructura y servicios, lo que trae serios problemas ambientales, advirtió Rodrigo Huesca Alcántara, ciudadano cozumeleño que se opone al proyecto del cuarto muelle de cruceros para esta isla, postura que goza del respaldo del Consejo Hotelero del Caribe Mexicano.
En entrevista, el experto indicó que plantear la construcción de este muelle como una elección entre el crecimiento y la preservación de los ecosistemas es un falso dilema, pues nadie se opone al desarrollo, solo que ahora se buscan opciones más sustentables e incluyentes hacia la sociedad.
“Existen muchas razones ambientales, sociales y económicas para oponerse a este muelle”, comentó Rodrigo Huesca, quien indicó que ya existe una infraestructura muy avanzada para recibir a cruceros en Cozumel, pues cuentan con tres muelles, con siete posiciones de atraque, las que nunca son usadas en su totalidad.
A pesar de contar con espacio suficiente en los tres muelles existentes, los promotores de este proyecto quieren construir un cuarto muelle sobre el arrecife de Villablanca, hogar de cientos de especies marinas, además de ser el único punto arrecifal que está fuera del parque nacional, lo que significa que puede ser accedido sin costo por los cozumeleños.
Esta ubicación es de las pocas playas públicas que quedan en la parte occidental, lo que significa que está dentro del núcleo urbano, al que las familias pueden llegar a pie. Ir a cualquier otra playa implica recorrer varios kilómetros en vehículo.
“Las personas que respaldan esta obra, de 500 millones de pesos, alegan que los barcos que lleguen serán más grandes y que ya se necesitan estacionamientos más grandes”, añadió. “Pero nosotros respondemos que nuestra isla no es un estacionamiento de cruceros; que la tendencia es incluso rechazar a los cruceros”.
Varias ciudades, como Dubrovnik, Croacia; Barcelona, España; Venecia, Italia; y los Países Bajos, ya buscan limitar esta modalidad turística, debido a sus fuertes impactos ambientales y limitados beneficios económicos.
“Los cruceros son una industria que ofrece muchísimo menos beneficios por visitantes que el de pernocta”, comentó el activista. “Un visitante que se queda cinco días y acude a restaurantes y tours deja una mucho mayor derrama que los cruceristas que bajan por unas horas, y que casi siempre tienen todo arreglado con la empresa de cruceros, además de llegar con sus comidas incluidas”.
Este tipo de turistas no consumen local, pero sí son un peso para la infraestructura urbana, pues Cozumel debe lidiar con los problemas de movilidad que significan estos 12 mil visitantes en sus calles, quienes dejan basura y usan el sistema de drenaje, ya al borde del colapso.
A estos se añaden las consecuencias ambientales de estos “hoteles flotantes” que anclan frente a los arrecifes.
Cozumel por muchos años ha apostado por esta modalidad de turismo excluyente, con una industria que genera 740 millones de dólares al año, pero que no permean de forma significativa en la población, en donde todavía un 40% vive debajo de la línea de la pobreza.
Rodrigo Huesca Alcántara dijo comulgar con la afirmación de Toni Chaves, presidente de la Asociación de Hoteles de la Riviera Maya, que “En Quintana Roo no se vive del turismo, sino de las bellezas naturales que atraen el turismo”.
Por ello, sería una insensatez destruir un entorno natural, para apuntalar una modalidad turística de bajo impacto económico, y que es rechazada no solo por gran parte de la población, sino además por importantes representantes del sector empresarial, y diversos funcionarios públicos y legisladores.
Para este jueves se espera un pronunciamiento al respecto por parte de la Asociación de Hoteles de Cozumel, misma que cuenta con todo el respaldo del Consejo Hotelero del Caribe Mexicano, del cual es parte.