Un viaje al futuro por medio de nanosatélites

por Redaccion
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Vemasmas, la empresa mexicana que inició con el desarrollo de drones, hoy proyecta una tecnología decisiva para el crecimiento de prácticamente cualquier industria.

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En su sede de Querétaro, que parece más bien un edificio importado desde Silicon Valley, Oscar Fredy González, CEO de Vemasmas (V++), aterriza su complejo campo de estudio al entendimiento terrenal.

“Supongo que has viajado en Uber”, empieza. “Imagínate todo lo que hay detrás de ese viaje: una tecnología basada en mapas espaciales. Mapas que permiten reunirte con el conductor más cercano, elegir el camino más rápido a tu destino y pronosticar una hora casi precisa para tu llegada”, comenta en entrevista para Forbes México.

Oscar Fredy dice esto mientras muestra creaciones de V++ que son dignas de una película de acción: drones espía de 2 millones de dólares cargados con tecnología militar estadounidense, submarinos no tripulados para identificar el origen de las mareas de sargazo que cruzan el océano y un software capaz de utilizar la toma de una superficie para crear representaciones del subsuelo en tiempo real.

El empresario dice que todo esto -los drones que fabrica su empresa, la información de un viaje en Uber, la recopilación de datos sobre un desastre natural- tiene un común denominador: la información geoespacial.

A esto se dedica V++ desde hace siete años, cuando este concepto empezaba a tomar forma. “Hoy se mira como el oro negro del Siglo XXI”, dice. “La información geoespacial se refiere a la lectura y análisis de imágenes que los satélites recaban”, explica el directivo. No solo se trata de optimizar una app de viajes o los datos que obtiene un dron, dice Oscar Fredy, la información geoespacial ya irrumpe en prácticamente cualquier industria.

“En general, las empresas pueden adaptar su negocio a la información geoespacial para ubicar a sus clientes potenciales (en el retail), para la agricultura de precisión (en la industria primaria), para el traslado de mercancías (logística), para el reconocimiento de suelos (minería) e incluso para la seguridad, criminología y procesos electorales”, señala Oscar Fredy.

UNA EMPRESA EN ÓRBITA

Con el paso del tiempo, V++ logró la integración de la tecnología en sus diferentes facetas.

La firma no solo diseña y produce un dron con tecnología de punta, sino también desarrolla el software de inteligencia que lo hará útil para alguna industria e incluso ha puesto en órbita dos nanosatélites que cumplen con una infinidad de aplicaciones.

“Los nanosatélites contribuyen al desarrollo para la agricultura, aplicaciones médicas, reducción de riesgo de desastres y prevención de crisis humanitarias”. Por sus dimensiones mínimas, los nanosatélites se han convertido en herramientas cada vez más populares: hasta abril del 2020 se contabilizaban 2 mil 529 nanosatélites en órbita de 66 países distintos, de acuerdo con nanusats.eu.

“En el mundo hay 495 empresas e instituciones dedicadas a su manufactura y se pronostica que en los próximos seis años se lancen 3 mil nanosatélites más, con funciones que van desde el monitoreo del clima, las comunicaciones, el monitoreo del territorio y una muy larga lista de aplicaciones más”, asegura el experto.

“EL TRABAJO DE VEMASMAS SE EJEMPLIFICA CUANDO EL DRON, EL SOFTWARE Y LA INFORMACIÓN GEOESPACIAL SE COORDINAN PARA LOGRAR UN OBJETIVO: EL BIEN COMÚN”

Empresas como Amazon (de Jeff Bezos) y SpaceX (de Elon Musk) han apostado por el uso de esta tecnología para escalar sus negocios rumbo a un futuro en el que las entregas de productos solicitados por eCommerce se realizarán por drones, y en donde la conectividad a internet será posible desde cualquier punto del planeta gracias a la conexión satelital.

“La iniciativa privada hoy lidera el interés y desarrollo en el espacio exterior”, enmarca Oscar Fredy. “Mientras más compañías de imágenes satelitales existan, más se reducirá el costo de operarlos”. Esto permitirá, puntualiza el especialista, que organizaciones sin fines de lucro, países en vías de desarrollo y grupos científicos puedan utilizarlos.

MÉXICO EN LA CARRERA ESPACIAL, UN SUEÑO POSIBLE

Las pantallas de la sede hipertecnológica de Vemasmas proyectan un video no público de contenido escalofriante: las ruinas del terremoto del 19S vistas desde adentro. Para recabar este material, la empresa diseñó y produjo un pequeño dron con un exoesqueleto de fibra de carbono, capaz de introducirse, volar y rodar en espacios angostos inexplorables para los rescatistas.

El dron, que fue adaptado para no perder la señal a pesar de la cantidad de muros y techos que recorría, envió información no solo sobre el estado de las estructuras, sino también de la ubicación de sobrevivientes por medio de un sistema de detección de calor corporal.

El trabajo de Vemasmas se ejemplifica mejor que nunca cuando el dron, el software y la información geoespacial se coordinan para lograr un objetivo. En este caso, salvar vidas. “La información espacial puede geolocalizar un enfermo con una llamada telefónica; en la industria de seguros, por ejemplo, alerta a los beneficiarios de la póliza ante catástrofes previsibles, e incluso delimitaría de forma más efectiva los casos positivos de Covid 19 en una zona determinada”, explica el CEO de la compañía.

México no es ajeno a las bondades de estas tecnologías, y ha tratado de sumarse a esta carrera espacial que detona a otras industrias. En semanas recientes, la Secretaría de Relaciones Exteriores, encabezada por Marcelo Ebrard, anunció la creación de la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio (ALCE).

Lo que muchos tomaron como una disonancia en la que se proponía explorar tecnología espacial por parte de países que han tenido poco o nada de relevancia en el tema históricamente, en realidad significa un paso importante para la región, en la que se aprovecha la accesibilidad y oportunidad que abren los nanosatélites y el empuje de empresas como Vemasmas.

“Será fundamental la coordinación y cooperación con la iniciativa privada para que los desarrollos y proyectos espaciales tengan un buen fin”, menciona Oscar Fredy, cuya empresa asesora al Gobierno de México en el proyecto detrás de ALCE, cuya primera meta será poner en órbita un nanosatélite desarrollado en conjunto por los países participantes.

Como en los tiempos más decisivos de la Guerra Fría, la nueva carrera espacial, la de los nanosatélites, volverá a definir el liderazgo de las naciones y su capacidad de dar un salto gigantesco más en la era tecnológica.

Vemasmas será uno de los jugadores más importantes con los que México se presente en este encuentro de potencias. “Queremos ser un referente para la industria espacial en México y América Latina y ser la primera empresa 100% mexicana en construir y poner en órbita una constelación de nanosatélites mexicanos”, dice el empresario.

Para Oscar Fredy, lo más importante de llegar a esta carrera espacial es que se trabaje de la mano de Gobierno e iniciativa privada. “Antes, nuestra soberanía estaba marcada por una frontera, hoy está marcada por la libertad de generar y administrar nuestra propia información territorial que un satélite pueda obtener”, termina.

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