Extorsión, un delito que golpea cada vez a más empresas

por Redaccion
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  • Se calcula que 90% de veces no se denuncia a las autoridades

Columna: Seguridad y Defensa      Armando Hernández      Diario El Independiente

La extorsión es un delito en aumento y poco denunciado ante los peligros que conlleva a las víctimas, por lo que se convierte en una herramienta cada vez más ocupada por criminales para financiar sus operaciones. Actualmente, este delito se convirtió en el “derecho de piso” que comienza a cobrar factura a empresas y actividades preponderantes en el país, como la agricultura, ganadería y el área de servicios.

De acuerdo al análisis del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF), en México ha crecido tanto que se encuentra en todos los tamaños y formatos: hay extorsión física o virtual y se produce con “trajes a la medida”, adaptados a las dimensiones del negocio y las características de la actividad a la que se dedique.

Tal radiografía es más clara si se toman en cuenta las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), que señalan que en 2021 el país registró una cifra récord de 9 mil 407 víctimas de extorsión, un incremento del 12.3% respecto al año anterior cuando la cifra se situó en 8 mil 380 afectados. Zacatecas fue el Estado donde más extorsiones se registraron con un 27.8%, seguido de Guanajuato (26%), Quintana Roo (22%), Tabasco (21%) y Ciudad de México (20%).

En 2022, las denuncias por extorsión han crecido 29% en los primeros cinco meses, respecto al mismo periodo del año pasado. Más allá de las denuncias ante el Ministerio Público, el tema ha recibido más atención mediática. Saber que la extorsión provoca escasez y sobreprecio de limón y aguacate genera indignación justificada en estos tiempos inflacionarios. Se calcula que el 90% de los actos de extorsión no se denuncian. La cuenta oficial registra 4 mil 347 actos de extorsión en cinco meses. Eso es apenas una décima parte del total.

Una de las principales razones por las que los grupos criminales mexicanos se involucran en la extorsión a las empresas es por sus bajas barreras de entrada y sus bajos costos.

A diferencia de otras actividades delictivas como el narcotráfico, que requiere de múltiples y sofisticados recursos que van desde campos de cultivo hasta laboratorios de refinación, la extorsión requiere de tres elementos básicos: recopilación de inteligencia, reputación y mano de obra. Es decir, los grupos criminales utilizan la información a su disposición para clasificar las empresas en consecuencia, por ello, los cárteles consideran factores como la industria de una empresa y el rango de ingresos para aplicar una cuota.

EXTORSIÓN EN MÉXICO, AL ESTILO SICILIA

Según el análisis del IMEF, la extorsión representa una forma de reafirmar el control de un grupo sobre un territorio.

Bajo este contexto, se describen dos tipos de extorsión, la depredatoria y la simbiótica. En la primera, la víctima está obligada a pagar una cantidad de dinero y no recibe nada a cambio. La simbiótica, que fue perfeccionada por la Cosa Nostra, implica que el grupo criminal ofrece seguridad y contactos a los negocios.

Esta actividad criminal ha sido usada por grupos del crimen organizado desde los inicios de la civilización humana moderna.

Según el análisis hecho a la par por Insight Crime, este delito ha sido la práctica más común y confiable de los criminales, puesto que implica poco riesgo y bajos costos, y puede reportar réditos importantes si se aplica al segmento correcto de la población y México no ha sido la excepción.

De hecho, la extorsión ha hecho parte de la vida cotidiana de los mexicanos desde la segunda mitad del siglo XX. La corrupción rampante en los ámbitos político, administrativo y policiaca ha creado un sistema de miles de personas que viven de pedir dinero a otros amenazándolos con recurrir a la fuerza si se niegan a pagar.

Hoy en día, la extorsión en México se manifiesta de muchas formas, como el derecho o cobro de piso, donde se exige a los dueños de negocios un pago periódico para que los criminales les permitan trabajar.

Actualmente se identifican dos fines detrás del proceso de extorsión, el primero debido la necesidad de los grupos criminales en un rápido modelo de inyección de capital, principalmente para los gastos inmediatos, pues la mayoría de sus operaciones no generan ganancias rápidas y necesitan una cierta cantidad de tiempo para generarlas.

Sin embargo, una razón que podría ser poco estudiada es la de mantener una red criminal amplia y sofisticada, es decir, el monto del pago que solicitan puede sugerir que hay un “factor de control” en juego, de ahí que los montos de extorsión son tan variables.

EXTORSIÓN, RESULTADO DE LA DIVERSIFICACIÓN CRIMINAL

Conforme el crimen organizado en México comenzó a internacionalizarse, también llegó un proceso de diversificación. Comenzaron a reclutar más personas y aumentar sus filas para competir con grupos rivales.

El Cartel del Golfo, entre otros, reclutó a varios miembros del Ejército Mexicano, incluidos algunos de las Fuerzas Especiales (GAFE) que estaban trabajando con la Policía Judicial Federal (PJF). Este grupo de sicarios se conocía como Los Zetas y servía como su ala paramilitar responsable de proteger a su líder Osiel Cárdenas Guillén y llevar a cabo ejecuciones en nombre del cartel.

Además de la violencia, los Zetas llevaron a cabo la monopolización y control de los mercados ilegales de las zonas que invadían. El propósito de esta táctica de monopolización ilegal no era sólo económico sino táctico, según analistas.

Así como este grupo, las actividades ilegales comenzaron a operarse de forma estructural, con células dedicadas al robo de combustible, la distribución de drogas al por menor, el contrabando de mercancías ilícitas, trata de personas y la extorsión.

Para muchos, los Zetas fueron los pioneros de la extorsión generalizada que utilizaron no solo para obtener recursos sino también para lograr el control de las zonas donde operaban.

Según datos del Observatorio Nacional Ciudadano de México (ONC), a partir de 2006, la tasa de extorsión oficial llegó a 3 mil 100 por cada 100 mil habitantes, la tasa más alta desde 1999. Dos años después, en 2008, la tasa de extorsión se disparó a 5 mil 400. En 2010, la tasa de extorsión llegó a 5 mil 700.

Entre 2010 y 2012, uno de los períodos más violentos del conflicto de las drogas en México, la tasa de extorsión paradójicamente disminuyó, cayendo a 2 mil 800. Pero en 2013, estableció un nuevo récord al llegar a 6 mil 600.

Desde entonces, la tasa oficial de extorsión ha fluctuado mucho, disminuyendo entre 2013 y 2016 y disparándose nuevamente entre 2016 y 2019. Actualmente se encuentra en un rango medio superior de los 4 mil casos.

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