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viernes 6 diciembre 2024

Cómo las pandillas MS-13 y Barrio 18 se están convirtiendo en actores clave contra la epidemia del coronavirus en El Salvador

RT En vivo.  N   Foto: Roberto Valencia/RT

RT habló en exclusiva con los voceros de dos de las pandillas hegemónicas en El Salvador, que están fomentando el encierro de las familias en las casas –con violencia, en el caso de la Mara Salvatrucha– para contener la propagación del virus.

Un policía vigila durante un operativo el acceso a la comunidad Colfer, en San Salvador, donde opera la pandilla Barrio 18-Revolucionarios.

“Buenos días, pueblo salvadoreño –dice una voz de hombre, juvenil–, estamos en las labores que el Barrio 18-Sureños se ha puesto a realizar este día, ¿va?, ayudando a las personas más necesitadas, ¿va?, afectadas por el covid 2019”. Una señora sale luego de su casucha, rural, y recoge agradecida un gran paquete: frijoles, aceite, harina de maíz, papel higiénico, azúcar, arroz… “¡Feliz día, madrecita!”, dice, a modo de despedida, la misma voz juvenil que graba la entrega.

La escena es surrealismo puro, patos disparándole a las escopetas, aunque no tan sencillo de detectar a los ojos del profano.

En El Salvador, las maras o pandillas están teniendo un rol protagónico en la crisis generada por la pandemia de COVID-19. RT habló con los voceros de la Barrio 18-Sureños (18-S) y de la Mara Salvatrucha (MS-13) –dos de las tres pandillas hegemónicas–, que confirmaron la participación de estas estructuras criminales en promover el encierro en las casas, el distanciamiento social y, en el caso de la 18-S, incluso en repartir víveres entre familias de escasos recursos.

El Barrio 18-Sureños reparte víveres

“Les pedimos humildemente acaten las normas del Gobierno por la emergencia que está pasando el país”, reza un comunicado suscrito por la pandilla 18-S: “No salga si no es necesario, de favor les pedimos a nuestros barrios y colonias, donde controla el Barrio 18-Sureños”.

Contexto. El fenómeno de las maras es importado. Tanto la MS-13 como el Barrio 18 nacieron en Los Ángeles (Estados Unidos), y fue a inicios de los noventa cuando comenzaron a asentarse en Centroamérica, vía la política de deportaciones masivas desatada por Washington; primero ganaron presencia en las zonas urbano-marginales, y luego, en las áreas rurales.

Tras tres décadas, las pandillas son hoy un poder paralelo en infinidad de comunidades, colonias y cantones salvadoreños en los que la presencia del Estado es raquítica

Los pandilleros determinan quién entra en la colonia o quién estudia en el instituto, un control que ha generado que, en la práctica, el país esté dividido por ‘fronteras invisibles’ delimitadas por las zonas de influencia de las pandillas.

La más numerosa y mejor organizada es la MS-13. El Barrio 18 se partió en dos facciones hace más de una década: la referida 18-Sureños y la 18-Revolucionarios. Por todo, se estima en unos 60.000 los pandilleros activos, y en más de 300.000 las personas que integran su colchón social (novias, esposas, familiares, colaboradores) en un país de apenas 6,8 millones de habitantes.

Maras y epidemia

La tarde del lunes 30 de marzo, la MS-13 difundió en sus canchas (las colonias o barrios en los que tiene presencia, en argot pandilleril) vía WhatsApp mensajes de audio y texto en los que anunciaban un ‘toque de queda’. Salvo para ir a trabajar o comprar, no querían a nadie fuera de sus casas, bajo amenaza de ser “severamente corregidos por nosotros”.

Al día siguiente, reforzaron el comunicado con una serie de videos que se viralizaron en redes sociales, grabados en distintos puntos del país, y en los que pandilleros emeeses golpeaban con bates en las piernas a hombres que habían salido de sus casas.

“La gente no hace caso. La gente, cuando ve que las patrullas (policiales) entran en las canchas de nosotros, se meten en su casa, pero, media vez dé vuelta la patrulla, vuelven a la calle a jugar naipes en las aceras y cosas así”, dijo a RT el vocero de la MS-13.

El vocero certificó que los videos de las palizas los grabó y los distribuyó la Mara Salvatrucha: “Esos videos se hicieron para que la gente viera que no era un comunicado falso”.

El periódico digital El Faro, uno de los referentes latinoamericanos en periodismo de investigación, publicó el 31 de marzo el reportaje ‘Pandillas amenazan a quien incumpla la cuarentena’. La nota avalaba la idea del ‘toque de queda’, pero la presentaba como una decisión consensuada por las tres pandillas, y de obligada implementación en “las comunidades que viven bajo su control”.

Sin embargo, RT verificó, con más de una docena de testimonios de personas que viven en colonias bajo control de las tres pandillas, que ni en las canchas del Barrio 18-Sureños ni en las más significativas de la 18-Revolucionarios (como la comunidad Las Palmas, en San Salvador) está vigente un ‘toque de queda’ que impida salir de las casas a sus vecinos.

“Esos audios (los de la MS-13) nos ha costado desmentirlos en las canchas de nosotros, ¿va? Y queremos aclarar ese malentendido”, dijo a RT el vocero de la 18-S.

Tanto la 18-Sureños como la Mara Salvatrucha buscan lo mismo, que las personas que viven en las colonias bajo su control acaten las disposiciones del Gobierno en cuanto al encierro y el distanciamiento, pero difieren en cómo conseguir ese propósito.

La entrega de víveres a familias de escasos recursos en distintos departamentos del país, apadrinada por la 18-S, vendría a ser una forma de marcar distancia con los métodos utilizados por la MS-13.

El Gobierno guarda silencio

RT consultó a dos altos funcionarios del Gobierno sobre el rol protagónico de las pandillas, pero dijeron no estar autorizados para hablar on the record del tema. Pese a que periódicos como el estadounidense Los Angeles Times o el argentino Clarín se han hecho eco de la violencia ejercida por la MS-13, el presidente Nayib Bukele ni siquiera ha escrito un tuit.

Tiziano Breda, analista para Centroamérica del International Crisis Group (ICG), sí habló. El ICG estima que las maras tienen presencia en el 90 % de los 262 municipios salvadoreños, y explicó que una presencia tan masiva de estos grupos criminales se debe a que, “por su propia naturaleza, las pandillas viven en simbiosis con las comunidades que, de facto, controlan”.

Para tratar de dar una explicación a lo que está ocurriendo estos días en El Salvador, Breda dijo que en las maras “subyace la misma lógica de reafirmar la propia autoridad y de fortalecer la propia legitimidad frente a las comunidades que dicen proteger”.

También avaló el comportamiento disparejo de las tres pandillas: “La evidencia parece sugerir que es principalmente la MS-13 la que está implementando el ‘toque de queda’ con más vigor”.

Bajo amenazas o con incentivos, lo cierto es que las pandillas están contribuyendo a lo que para el Gobierno de la República es hoy una prioridad: que las personas se encierren en sus viviendas. Con poco más de 100 contagios confirmados, El Salvador sigue siendo uno de los países latinoamericanos menos golpeados por la covid-19.

“Qué los intereses del gobierno y de las pandillas coincidan no necesariamente implica que haya una negociación, de la que además no hay evidencia”, valora el experto del ICG, y se anima con una interpretación: “Las acciones de las pandillas podrían tener como objetivo no sólo proteger sus comunidades y reiterar su poder territorial, sino también mejorar las relaciones con el Gobierno y colocarse en una posición más favorable en una posible interacción informal, actual o futura”.

RT trasladó la inquietud al vocero de la MS-13. Se le preguntó que alguien podría creer que hay algún tipo de alianza entre esa pandilla y el Gobierno. Respondió esto: “Aquí no hay alianzas de nada, empezando porque la Policía agarró presos a algunos de los que estaban bateando a los necios. No, aquí alianzas no hay”.

Las maras o pandillas están teniendo un protagonismo inusitado en cómo El Salvador está afrontando la pandemia. De eso no hay duda. Pero aún quedan muchas preguntas sin responder en este tema. Una: ¿quién facilitó al Barrio 18-Sureños los víveres que han distribuido en sus canchas?

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