El COVID-19 crece en Caracas, pero la gente se niega a permanecer en sus hogares

por Redaccion
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mundo.sputniknews.com/Magda Gibelli Foto: © Reuters/Manaure Quintero

Caracas.- El Distrito Capital de Venezuela es en este momento la zona del país que acumula mayor número de casos de COVID-19. Y a pesar del cierre de vías, el constante llamado de las autoridades, y el despliegue de policías y militares, las aglomeraciones se repiten de un extremo a otro de Caracas.

Elvis Espinosa gritaba “¡café, café!”, y hacía un esfuerzo para que su voz se escuchara a través de los dos tapabocas y el plástico transparente que usaba.

Al igual que los otros cincos trabajadores informales que entrevistó Sputnik en la calle, Espinosa confesó que se ve forzado a salir a trabajar.

“Aunque no lo creas, yo siento impotencia de a mi edad tener que estar en la calle, porque me puede dar ese virus; pero lamentablemente no tengo un trabajo estable y para poder mantener a mi familia tengo que salir, sino me quedaría en mi casa”, aseguró el hombre de 57 años, quien se encontraba en los predios del hospital Doctor Domingo Luciani de Petare, uno de los habilitados como centro COVID-19.

En los lugares más concurridos de Caracas y en los que se registran también más casos, como Petare, El Valle, Coche o Propatria, el miércoles numerosas personas se encontraban caminando por las calles, algunos incluso sin tapabocas.

Específicamente en Petare (este) se hacía difícil transitar; la policía y los militares cerraron con obstáculos de concreto algunas vías para que ningún auto pudiera salir o entrar, pero los peatones atravesaban en masa las aberturas entre uno y otro muro.

“Al cerrar un acceso todos los funcionarios nos enfocamos en controlar solo los otros que quedan abiertos, porque no podemos con todo: tenemos que revisar el salvoconducto, estar pendiente del que no lleva tapabocas; es mucho para nosotros que desde que esto comenzó no hemos parado ni un día”, relató a Sputnik un militar que prefirió no ser identificado.

Todos a la calle

Cuando el presidente Nicolás Maduro declaró el estado de emergencia nacional, tras registrarse los primeros tres casos de COVID-19 a mediados de marzo, y pidió a la población no salir, esta agencia realizó varios recorridos y en las calles reinaba la soledad.

En ese momento, pocos eran los vendedores informales de algunas zonas que se arriesgaban a salir o los negocios que decidían abrir y desobedecer el llamado de los cuerpos de seguridad.

Ahora, cuando el brote aumentó en Caracas con 2.213 casos, solo en algunas avenidas principales y bulevares comerciales se mantiene el cierre total.

Mientras, en calles secundarias o zonas residenciales con viviendas de bajo costo, conocidas en Venezuela como “barrios”, todos los comercios están abiertos.

Rosalba Fuentes, de 47 años, residente de la parroquia El Valle (oeste), opinó que la economía no se puede parar a causa de la pandemia y aseguró que aunque se cuida intenta seguir con su vida “normal”.

“Yo solo salgo porque tengo que comprar comida, pero no puedo salir una sola vez a la semana, porque compro casi a diario, y de verdad yo creo que en otros países hay más casos y no hay tantas restricciones; aquí tienen que abrir la economía, porque la gente se muere más por la pobreza que por el COVID-19, y hay que seguir con la vida”, dijo la mujer a esta agencia.

Contante y Sonante

La mayoría de los entrevistados por Sputnik aseguraron que “se cuidan” del contagio de COVID-19, pero después de casi cinco meses de confinamiento se mostraron reacios a mantener la cuarentena.

“Es imposible que la gente pase medio año encerrada; yo sabía que en cualquier punto podía esto salirse de control, me preocupa mucho, pero también estoy entre esa gente que debe salir a trabajar para comer”, dijo Roxana Paredes, dueña de un taller de motocicletas en Petare.

En cuatro meses los residentes de la capital venezolana solo han tenido dos semanas de flexibilización y la última fue suspendida ante el incremento de casos de COVID-19.

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