La otra cara del turismo de lujo

por Redaccion
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PorEsto/Fernando Morcillo

La zona costera de Tulum, también conocida como zona hotelera, es un vía de 9 kilómetros de largo, desde el Parque Nacional de Tulum hasta el famoso arco maya, entrada a la reserva de la Biosfera de Sian Ka’an.

Esta zona, que concentra diversos giros de negocios, desde posadas, pequeños hoteles, hoteles boutiques, restaurantes, bares, cafeterías, y negocios como farmacias, tiendas de ropa y prestadores de servicios acuáticos, en los últimos meses ha atraído los focos a nivel internacional; por ser un destino de moda y, este año, uno de los Destinos que Marcan Tendencia de acuerdo a la agencia on line más grande del mundo TripAdvisor.

Pero también, a raíz de los hechos violentos que se registran, sobre todo el del pasado 20 de octubre cuando un enfrentamiento entre grupos rivales dejó dos turistas sin vida y otros tres heridos; esta zona, este destino turístico reflejan otra cara que pocos sabían.

Separando esta estampa, en un recorrido por este que es el principal motor económico de Tulum, se observa otro rostro más: clausuras y aseguramientos en varios de los negocios y que, en algunos casos, datan de hace años.

Hoteles, restaurantes y negocios varios como tiendas, farmacias y hasta para hacerse un tatuaje, se pueden ver a lo largo de estos 9 kilómetros con los sellos de la Fiscalía General del Estado (FGE) sujetos a procesos judiciales; y en otros casos, los sellos de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y hasta de Medio Ambiente del municipio de Tulum.

Estos últimos, parece obvio, por la construcción sin permisos en una zona que, es sabido, es muy frágil por el entorno ecológico, por contar con especies vegetales dentro del listado de la NOM-059 de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), como en peligro de extinción; por estar en una zona de mangle y, quizá por no respetar las condicionantes que, en su caso, emitió la Dirección General de Impacto y Riesgo Ambiental, dependiente de la misma Semarnat.

Desde la avenida Cobá, al norte, hasta la avenida Kukulcán, recién abierta en el trienio pasado y más allá, las clausuras no pasan desapercibidas, ni con la tierra que los sellos han acumulado por el paso de los días. Incluso sobre esta nueva avenida Kukulcán que conecta con la ciudad y que servirá para desahogar la carga vehicular, se observan varias clausuras, algunas de la semana pasada a nuevos proyectos condominales, turoisticos y residenciales.

No podemos olvidar la controversia que generó el gobierno de Víctor Mas Tah al probar un Programa Municipal de Ordenamiento Territorial, Ecológico y Desarrollo Urbano Sustentable (PMOTEDUS) sin tomar en cuenta a la Semarnat y que logró echarlo para atrás definitivamente en agosto pasado. Estas clausuras son el reflejo de lo que se hizo sin tomar en cuenta a esta autoridad federal. Y tal vez sea lo que menos interesa a los visitantes.

Quienes caminan sobre esta arteria tan importante, en sus rostros no era ni siquiera la preocupación por los hechos delictivos o por la fuerte presencia policíaca y militar que se aprecia. A los visitantes lo que en realidad molesta era el deterioro de la avenida. Se podía observar en los rostros de quienes circulan en automóvil por la cantidad de baches; en la gente que se trasladaba en motonetas y que casi caen en estos hoyancos ocultos por el agua. O que por el intenso tráfico, la vía costera es para estar a vuelta de rueda ya sea de norte a sur o viceversa.

Al turista que paga por estar en un destino de lujo no le importan las clausuras, porque por eso hay cientos de lugares donde estar, consumir y comprar. Al turista le molesta pasar por Punta Piedra donde la calle se ensancha tras el deterioro en que quedó por las lluvias y que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) no ha hecho absolutamente nada por solucionar.

Al turista le molesta no encontrar un estacionamiento y tener que ver la forma para dar vuelta en “U” en una calle que poco ayuda para ello por la saturación de negocios y el pesado tráfico que hay para ser temporada baja.

Ciertamente, el turista parece tener noción del problema de inseguridad que se vive en este destino, peo es normal para ellos que han visitado otros destinos; es un tema que afecta a cualquier lugar que concentra turistas. Pero, en esos destinos no sufren lo que aquí les ha tocado para poder desplazarse.

La seguridad, ya lo dijeron el presidente municipal, Marciano Dzul Caamal; el gobernador del estado, Carlos Joaquín González; y hasta el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, será reforzada… pero nadie ha dicho cómo se solucionará este problema de movilidad y que realmente, sería el factor que los turistas tomen en cuenta al momento de elegir dónde pasar sus próximas vacaciones.

Así, las autoridades podrán seguir clausurando y asegurando propiedades porque al turista en nada le afectará, a menos que lo saquen del cuarto de hotel; pero por ahora, más allá del sol y playa que viene a buscar y que, de alguna manera, cumple sus expectativas, se lleva esta impresión de una avenida que francamente parece zona de guerra…

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