Arma de dos filos

por Redaccion
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La tecnología nos entrega enormes beneficios: comunicación, información, aprendizaje, productividad, eficiencia, inmediatez y conectividad, entre muchos otros.

La tecnología y los dispositivos móviles han modificado radicalmente nuestras vidas. Tengo 42 años y durante mi niñez hubiera sido impensable una relación tan estrecha con los dispositivos tecnológicos, como la que hoy caracterizan los niños de mi comunidad con ellos.

Recuerdo con especial emoción el primer encuentro de mi abuela con una tableta. Fue hace varios años. Católica ferviente, que sentada en su cama pudo ver a través de ese pequeño rectángulo de cristal diversas apariciones en público del papa Juan Pablo II. Ella no podía creer la accesibilidad que el internet y el aparato permitían.

La tecnología nos entrega enormes beneficios: comunicación, información, aprendizaje, productividad, eficiencia, inmediatez y conectividad, entre muchos otros.

Con base en la última Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH), en el año 2022, había en nuestro país 93.8 millones de personas usuarias de un teléfono celular, 93.1 millones de personas usuarias de internet, y 37 por ciento de la población mayor de 6 años utilizó una computadora.  Cifras realmente sorprendentes en un país que desafortunadamente sufre de una tremenda pobreza y dolorosa desigualdad.

Las cifras de estas categorías año con año crecen, tanto en zonas urbanas como en zonas rurales. Son las mujeres y hombres de entre 24 y 34 años, las que más utilizan estas herramientas tecnológicas, manifestando casi en su totalidad una frecuencia diaria. En cuanto a los propósitos de la utilización, destacan: la comunicación, el acceso a redes sociales, el entretenimiento, atender contenidos audiovisuales, apoyar la capacitación o la educación, y buscar información.

Particularmente, nuestros teléfonos celulares se han convertido en aliados inseparables de nuestra rutina para todos los procesos anteriores. Hasta aquí, todo pareciera miel sobre hojuelas, sin embargo, esta tecnología ha modificado nuestras vidas también en sentido negativo.

Su utilización desmedida afecta considerablemente nuestro estado de ánimo, incluso llegando a extremos caracterizados por la depresión y altos niveles de estrés, existiendo hipótesis importantes que intentan demostrar que a mayor exposición a cierto tipo de aplicaciones y contenidos, mayor riesgo de desorden anímico. Aunado a ello, las distracciones que los dispositivos provocan cuestan vidas, derivado de accidentes en la operación de maquinaria y conducción de vehículos, además de que reducen nuestra concentración y productividad.

Uno de los grupos que mayores riesgos de posibles afectaciones presentan, es el que integran nuestros niños, modificando sus procesos y estímulos, afectando así su desarrollo.

Paradójicamente, estos dispositivos han provocado distanciamientos sociales y mermado nuestra capacidad para desarrollar y mantener relaciones interpersonales.

Aunado a lo anterior, el uso excesivo de los teléfonos celulares provoca desequilibrios físicos derivado de los campos electromagnéticos que emiten, modificaciones en la postura y molestias en espalda y cuello, afectaciones en muñecas, modificaciones en los patrones de sueño y enfermedades y afecciones de los ojos.

Por último, a todas edades, el uso de dispositivos tecnológicos ha desincentivado la actividad física y facilitado el sedentarismo, cultivando una serie de padecimientos como la diabetes, hipertensión y obesidad, que se han convertido en el primer problema de salud pública en el mundo.

Como he intentado explicar, la correcta utilización de todas estas herramientas representa beneficios, y el abuso, importantes consecuencias. Por ello, resulta fundamental provocar un espacio de reflexión para analizar y replantear nuestra relación con ellas, sacándoles el mayor provecho y mitigando el riesgo que representan.

El Independiente/David León     Foto: natureaddict en pixabay

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