El activo más valioso

por Redaccion
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  • “Recibe sin orgullo, despréndete sin desapego”: Marco Aurelio

La riqueza más grande con la que contamos es nuestra salud, y dentro de ella, la que atañe a lo mental.

En muchas ocasiones sufrimos en silencio, lo que agrava considerablemente las consecuencias de lo que vivimos. Los pronósticos para México y para el mundo en términos de salud mental y sus efectos son devastadores. Se prevé que para el año 2030, sean las enfermedades mentales la primera discapacidad que sufra la población. Puede sonar exagerado, pero basta echar una repasada en nuestro interior o concentrarnos en las situaciones por las que atraviesan las personas que nos rodean, para darnos cuenta que aquella ansiedad que nos y les aqueja, por momentos no permite al individuo siquiera tomar decisiones elementales.

Uno de cuatro mexicanos sufre – sufrimos- algún tipo de trastorno mental. El activo más valioso con el que contamos es nuestra mente; nos permite mantenernos vivos, pensar y ejecutar acciones día con día.

La aparición de la pandemia por COVID-19 profundizó nuestras dolencias y las multiplicó exponencialmente. Son las enfermedades mentales un mal que aqueja a mujeres y hombres de cualquier edad y posición socioeconómica.

Por ello, ante trastornos que pueden generar severas consecuencias en distintos ámbitos, es imperativo que trabajemos día con día para cultivar nuestra salud mental.

Debo subrayar que en todo caso lo más acertado será acudir por ayuda profesional. Las personas que nos quieren, buscarán siempre vernos mejor, pero sus capacidades para ayudarnos están limitadas. No obstante, podemos ejecutar una serie de acciones que pudieran convertirse en hábitos para procurar vivir mejor.

Nuestros problemas nos afectan mentalmente en la medida que los cargamos; pensar en aquello que debemos resolver por unos instantes, tendrá una afectación mucho menor, que si permitimos que ese problema viva en nuestra mente en las 24 horas del día.

Dentro de las grandes complicaciones que enfrentamos, tener una actitud de gratitud y efectivamente agradecer el mínimo detalle positivo que aparece en nuestra vida, como la oportunidad de despertar, de dar y recibir un abrazo, o de tomar una taza de café, pueden mejorar nuestro estado de ánimo.

Rodearnos de personas que entre sus diálogos y acciones se encuentre lo positivo, nos alejará poco a poco y/o al menos nos distraerá momentáneamente de lo negativo; en contraparte, rodearnos de personas que nos roban energía o mantienen diálogos que profundizan nuestros pesares, nos juega en contra.

A su vez, procurar nuestra salud física redundará en lo mental: una dieta balanceada, un poco de ejercicio diariamente y un periodo de sueño suficiente, se reflejará positivamente en nuestra forma de pensar.

En relación con nuestro pasado, presente y futuro, identificar nuestros errores como aprendizajes, y los problemas que se nos presentan como desafíos, nos ayudará a registrar y asimilar lo mejor de las experiencias, enfrentar con mayor eficacia aquello que se nos presenta y construir etapas subsecuentes de mejor manera.

No podemos dejar de lado la administración correcta de nuestros tiempos y las actividades que realizamos rutinariamente; encontrar un pasatiempo que te distraiga y te mantenga fresco, será de gran utilidad.

Por último, lo que en mi consideración juega un rol fundamental en todo esto, es la fe y la esperanza que nuestra religión o aquellas creencias que profundamente practicamos, nos inculcan; son esas ideas las que nos nutren a nivel mental y espiritual, fortaleciendo así nuestros pensamientos y emociones.

Busquemos mejorar nuestra salud mental practicando hábitos saludables y pidiendo ayuda cuando lo consideramos oportuno. Estamos a tiempo.      El Independiente/David León

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