¡Que  viva México!, aunque nos lleve la chingada

por Redaccion
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  • A través del microcosmos de una familia, el director Luis Estrada hace un retrato demoledor y apocalíptico de lo que sucede hoy en nuestro país

A través del microcosmos de una familia, el director Luis Estrada hace un retrato demoledor de lo que sucede hoy en México, en medio de una polarización que destruye todo a su paso.

¡Que viva México! es la nueva película del director mexicano que va a incomodar a fifís, a los pobres, a los políticos y a muchos espectadores, pero no dejará a nadie indiferente porque se pregunta: ¿Qué es ser mexicano?

¿La razón? Es un retrato desolador de nuestro país, hundido en la corrupción de años, la polarización política promovida por la 4T y donde el famoso: “el que no transa no avanza”, parece más vigente que nunca en nuestro país.

Es una sátira política que sucede alrededor de Pancho Reyes (Alfonso Herrera) quien logra salir del pueblo para triunfar, sin embargo, tendrá que volver a La Prosperidad, por una herencia que le dejó su abuelo.

Ahí, en medio de la podredumbre, se enfrentará a su familia: su padre, Rosendo (Damián Alcázar), su madre, Dolores (Ana Martín) y su abuela (Angelina Peláez), así como sus hermanos, primos y una banda de niños que habita en un rancho en ruinas donde el “primero los pobres” y el bienestar no llegó.

Luis Estrada hace un retrato casi apocalíptico de México, en medio de una polarización que destruye todo a su paso y donde cada uno de los integrantes de la familia es como la “pus” que emana de un país enfermo y a punto del colapso.

Poncho Herrera, el “baby face”, se ríe de sí mismo, Ana de la Reguera, logra convencer como la esposa fifí; pero quienes se llevan las palmas es Ana Martín, la mamá abnegada pero chinga quedito, Angelina Peláez, que destruye el mito de la abuela tierna de Sara García para convertirse en un demonio sin dientes.

Un tema aparte son Damián Alcázar y Joaquín Cosío, quienes interpretan tres personajes en un homenaje a Los Tres Huastecos de Pedro Infante.  Alcázar es el padre de familia, sacerdote y Juan Vargas, de La Ley de Herodes, el político corrupto que solo cambia de partido por conveniencia.

Por su parte, Cosío, es Rosendito, Reginito y el fallecido Abuelo, quien guarda un secreto que provocará un infierno en la familia.

Pero la película de Luis Estrada también hace guiños a Los Olvidados de Buñuel, La familia Burrón y hasta Mecánica Nacional entre muchas otras referencias en un México que, como dice el director, se “ha convertido en el país de las mil y una guerras”.

¿Estrada critica al presidente Andrés Manuel López obrador?, sí, un poco, pero no es su objetivo, aunque presenta escenas como la de un empresario ( José Sefami) quien dice “Ahí quédate con el presidente de los pobres. Yo me largo de México antes de que acabe con el país y termine como Cuba o Venezuela”, una frase clásica de los “conservadores” o se aventura a decir que AMLO se reelegirá como presidente.

Aunque en la película hay crítica política, no es el tema central, Luis Estrada se centra en hablar de la gente, de los ricos, los pobres, muy pobres, el lisiado, el gay, el ladrón, el policía o el político de pueblo corrupto. En este pueblo no hay buenos, ni malos, todos son escoria. Los mexicanos estamos parados sobre “minas de oro” pero no nos damos cuenta y los políticos se siguen aprovechando de ello.

El retrato, que espera ser un espejo, donde el espectador se reconozca, es una pesadilla muy divertida con muchos excesos en sus ambición de abarcar mucho, de pronto, aburre, cansa y se repite, el director pudo editar las tres horas de duración, pero ya sabemos, el “Perro” Estrada es muy terco.

La película forma parte del universo de Luis Estrada, que juega con múltiples elementos de la idiosincrasia nacional con critica ácida, humor negro y se hunde en el “ojetismo”, las desigualdades sociales, la corrupción, el clasismo, el racismo y un país en ruinas que pese a la promesa de una transformación, la realidad es que México sigue hundido como cuando gobernaba el PRI o el PAN y no parece que exista esperanza

Lo que hizo Luis Estrada con ¡Que viva México! es una provocación, una travesura que ya provocó mucha polémica alrededor Estrada quiere llegarle al espectador, aunque, en una época en que abundan las películas de superhéroes, que triunfe una película mexicana, sin ser una comedia de amor, se ve complicado, pero el director se enfrentó a Netflix y apostó por las salas de cine, algo que se le aplaude.

Al final, la película es un espejo y un vistazo a la situación de nuestro país con empresarios explotadores, políticos en el poder que engañan y un pueblo jodido que resiste todo, pero … ¡Que viva México! y que entren los mariachis y se sirva el tequila para festejar que somos mexicanos.     www.revistafortuna.com.mx /Vicente Gutiérrez

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