Tiburón toro, el mandamás del Caribe

por Redaccion
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La Jornada Maya/Rosario Ruiz Canduriz Foto: Todd Essick

El tiburón toro (Carcharhinus leucas) es una de las especies más dominantes en el Caribe Mexicano y afortunadamente no está en peligro de extinción, gracias a que en Quintana Roo no hay un aprovechamiento tan extensivo como en otros lugares del país; es decir, no hay grandes flotas de pesca y se maneja aún la pesca artesanal.

“Es una especie que se encuentra en todos los mares del planeta, es de las especies más exitosas a nivel planetario porque están en todos lados y es de las pocas que puede estar en agua dulce y no sólo por un periodo de tiempo corto, pueden vivir allí”, destacó Luis Lombardo Cifuentes, director de Saving Our Sharks.

Los tiburones están en continuo movimiento, van desde las costas de la península de Yucatán hasta Bahamas o Carolina del Norte, en Estados Unidos. El toro es un tiburón grande, alcanza hasta 3.5 metros, aunque los del Caribe son más pequeños, entre 2.5 y 2.8 metros de longitud.

La pesca, dijo el entrevistado, ha acabado con 70 por ciento de los tiburones del mundo, por eso la importancia de conservarlos. Quintana Roo es un lugar especial para ellos porque esta especie utiliza áreas de crianza que son las lagunas costeras, “nosotros tenemos a lo largo de todo el estado, desde Yalahau en Holbox, la Nichupté en Cancún, la Chacmuchuc, Sian Ka’an, la zona de Xcalak… todas esas lagunas costeras son utilizadas por las hembras para ir a depositar a sus crías”. Los bebés se quedan en estas áreas hasta que alcanzan una talla suficiente que les garantiza sobrevivir en mar abierto.

“Para ellos es un ecosistema muy importante, donde se cumple su ciclo biológico”, mencionó el biólogo. Físicamente, lo que distingue al toro de otras especies de tiburón es una especie de joroba que tienen, son regordetes, con ojos pequeños, muy fuerte, con una mordida importante y se les reconoce por alimentarse de todo lo que se encuentra en el mar.

Cuestionado sobre si atacan al ser humano, Lombardo Cifuentes aclaró: “Cualquier especie de tiburón es poco probable que te ataque. Desafortunadamente el tiburón toro tiene una mala fama. Hace unos años se hizo un estudio -mal realizado- donde se hablaba de unos niveles de testosterona altísimos en estos animales, no es así, no son agresivos con los humanos, no estamos dentro de su dieta, son animales acostumbrados a comer presas de 5 o 6 kilos, a una persona adulta no lo ve como parte de su menú”.

En Playa del Carmen, Saving Our Sharks ofrece buceo con tiburones toro, en el que participan unas 10 mil personas al año y nunca se ha dado ningún incidente. El avistamiento de esta especie es de noviembre hasta febrero o marzo de cada año.

Para tener a sus crías las hembras dejan de comer, lo hacen de manera simultánea y se van a las “zonas de parto” o lagunas. Una sola hembra puede tener hasta 14 crías por camada. El periodo de gestación es de nueve meses y un tiburón bebé puede medir unos 30 o 40 centímetros.

En el océano “son los depredadores tope, sobre todo en esta zona, su dieta consta de absolutamente todo, le gusta mucho el coronado, persigue principalmente estos cardúmenes, pero puede comer hasta piedras”.

Además del tiburón toro, en el Caribe Mexicano hay ejemplares de tiburón puntas negras, tigre, martillo, gata y ballena, todos animales costeros con tamaño y hábitos similares, aunque en el mundo hay más de 20 tipos.

“Los pescadores nos han presentado especies de profundidad de las cuales no había reporte en la zona, como un tiburón de seis branquias, que es un fósil viviente”, destacó. Esta especie se comercializa para su consumo, “todos los tiburones se consumen, es una carne muy barata, en toda la península de Yucatán se consume el pan de cazón, que no es otra cosa que tiburón; en algún momento fue una especie específica, pero con los años cualquier tiburón capturado que mida menos de un metro y medio es considerado como cazón, independientemente de su especie”.

Saving Our Sharks trabaja en la conservación de los tiburones a través de cuatro líneas de trabajo: la investigación, para generar información y llevarla a los tomadores de decisiones; un programa de monitoreo de los tiburones toro en Playa del Carmen, que lleva diez años: “llevamos más de 45 organismos marcados a quienes les hemos podido dar seguimiento espacial bastante completo”. Trabajan también con pescadores de Isla Mujeres, con quienes ven tecnología satelital y un monitoreo de especies; por último, tienen programas de ciencia ciudadana en Playa, donde hacen buceo con tiburón toro y monitoreo telemétrico y fotográfico a través de reportes de avistamiento. Hacen también labor de educación ambiental para desmitificar a esta especie: “nos enfrentamos con la información errónea que todo mundo tiene sobre los tiburones: que son máquinas de matar, que si te metes al agua te va a comer y no hay nada más alejado de la verdad”.

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